Encontrándose al borde de la muerte,
Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres
últimos deseos:
- Que su ataúd fuese transportado por los médicos de la época.
- Que fueran esparcidos por el camino hasta su tumba
los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras
preciosas...), y ....
- Que sus manos quedaran balanceándose en el
aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.
Uno de sus generales, admirado por tan insólitos
deseos, le preguntó a Alejandro cuales eran sus
razones. Alejandro explicó:
- Quiero que los más eminentes médicos carguen
mi ataúd para mostrar que ellos NO tienen, ante la
muerte, el poder de curar.
- Quiero que el suelo sea cubierto por mis
tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales
aquí conquistados, aquí permanecen.
- Quiero que mis manos se balanceen al viento, para
que las personas puedan ver que vinimos con
las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
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